Beneficios de los Prebióticos

Los prebióticos son un concepto relativamente nuevo en la ciencia de la nutrición. Los prebióticos se introdujeron y definieron por primera vez en 1995 como componentes de los alimentos que no son digeridos por el que come, sino por los microbios que viven en su intestino (1). Se pueden considerar como alimento para probióticos (2). Aunque el estudio de los prebióticos aún está en curso, este campo ha atraído una atención significativa debido a nuestro creciente conocimiento sobre la importancia de un microbioma intestinal saludable (1,3,4). Los beneficios de los prebióticos incluyen el aumento de la producción y la absorción de vitaminas y minerales, además de conducir indirectamente a los beneficios de los probióticos al estimular el crecimiento de los probióticos (1,5).

Utilizando la definición original y estricta de prebióticos, solo una clase de compuestos se ajusta a los criterios: los fructooligosacáridos (FOS), que son carbohidratos de longitud corta o media y se pueden dividir en oligofructosa o inulina. El ajo, la cebolla, la alcachofa y los espárragos contienen altos niveles de FOS (1). Los estudios muestran que FOS fomenta el crecimiento de bifidobacterias, un género de habitantes intestinales que es importante para la salud digestiva normal y se cree que ayuda a controlar los niveles de microbios patógenos en el intestino (1,3,4,6). Las bifidobacterias se utilizan a menudo como probióticos (1,3,4).

Específicamente, las bifidobacterias parecen competir e incluso inhibir directamente el crecimiento de otros tipos de microbios intestinales que pueden ser dañinos, incluidos clostridios, E. coli y salmonelas (1,3,6). Además, pueden estimular las defensas inmunitarias y facilitar la producción, absorción y/o digestión de diversos nutrientes (1,3,6). Por lo tanto, los prebióticos también aportan estos beneficios al apoyar el crecimiento de las bifidobacterias en particular.

Además, la fermentación de prebióticos por parte de los microorganismos intestinales produce ácidos grasos de cadena corta (SCFA, por sus siglas en inglés), que tienen efectos antipatógenos, sirven como combustible metabólico y moduladores en todo el cuerpo, y se cree que mejoran la absorción de varios minerales en el colon (1, 3,6).

A lo largo de los años, ha habido un debate significativo sobre la definición más útil de prebióticos. La definición original especifica que el compuesto a) no es digerible (por el huésped), b) estimula selectivamente el crecimiento de bacterias intestinales y c) por lo tanto mejora la salud. Otros investigadores han propuesto ampliar los prebióticos para incluir compuestos que tengan un impacto positivo en los microbiomas de todo el cuerpo y no solo en el intestino, que no necesariamente sean fermentados por los microorganismos intestinales o que cambien la composición del microbioma intestinal (3). Según definiciones alternativas, los t-galactooligosacáridos (tGOS), la lactulosa y las fibras dietéticas en general también pueden considerarse prebióticos (3). Todos los prebióticos y candidatos a prebióticos hasta ahora son carbohidratos (3,6).

Nuestra comprensión de los prebióticos está evolucionando a medida que se realizan investigaciones adicionales. Dependiendo de la definición exacta utilizada, se puede considerar que los prebióticos tienen una gama más estrecha o amplia de beneficios para la salud, pero en general, respaldan las funciones normales y saludables del microbioma intestinal. Estos incluyen protección contra patógenos y asistencia simbiótica con nutrientes y digestión. Los compuestos prebióticos actualmente establecidos caen bajo el paraguas de fibras dietéticas, y la investigación adicional puede encontrar que los amplios beneficios de las fibras dietéticas, por ejemplo, un menor riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes, pueden estar relacionados con los prebióticos (6). Muchas frutas y verduras contienen prebióticos o compuestos candidatos, especialmente aquellos que contienen altos niveles de carbohidratos complejos, y también hay algunos suplementos disponibles (2,5).

Referencias

1. Gibson, G. R., & Roberfroid, M. B. (1995). Dietary modulation of the human colonic microbiota: introducing the concept of prebiotics. The Journal of Nutrition, 125(6), 1401-1412. doi: 10.1093/jn/125.6.1401

2. Villines, Z. (2018). “What is the difference between prebiotics and probiotics?” Medical News Today. https://www.medicalnewstoday.com/articles/323490

3. Bindels, L. B., Delzenne, N. M., Cani, P. D., & Walter, J. (2015). Towards a more comprehensive concept for prebiotics. Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology, 12(5), 303–310. doi:10.1038/nrgastro.2015.47

4. Roberfroid, M. (2007). Prebiotics: The Concept Revisited. The Journal of Nutrition, 137(3), 830S–837S

5. Mayo Clinic Staff. (2021). “Prebiotics, probiotics and your health.” Mayo Clinic. https://www.mayoclinic.org/prebiotics-probiotics-and-your-health/art-20390058

6. Slavin, J. (2013). Fiber and Prebiotics: Mechanisms and Health Benefits. Nutrients, 5(4), 1417-1435. doi:10.3390/nu5041417

Beneficios de los probióticos

Prebióticos y probióticos son dos componentes relacionados de alimento y nutrición con mayor beneficios para la salud. Probióticos son microorganismos vivos que viven en el intestino y tienen un impacto positivo en la digestión y en otros procesos fisiológicos. Un intestino normal y saludable contiene un gran monto de microbios, en los que la mayoría son beneficiosos —todo junto, se llama microbioma intestinal. Los prebióticos, en contraste, son un concepto relativamente nuevo y son definidos como las substancias que proveen alimento a los probióticos (1,2).

Los supuestos beneficios de prebióticos y probióticos son muy variados, desde la salud digestiva hasta la salud mental. Algunos beneficios son fundados en investigaciones rigurosas, mientras otros, por ahora, solo son basados en pequeños estudios observacionales o relatos anecdóticos. Este artículo se enfocará en probióticos, con un artículo adicional que discute prebióticos.

Los probióticos se pueden encontrar en varios alimentos fermentados como el yogurt, kimchi, kombucha y quesos fermentados. Suplementos probióticos también están ampliamente disponibles. En términos de la salud digestiva, los investigadores han encontrado evidencia que los probióticos pueden ayudar a pacientes que sufren de síndrome de intestino irritable (SII) y diarrea infecciosa o asociada con antibióticos (3-7).

SII es difícil de tratar, ya que la causa de este síndrome no es muy bien entendida. Se ha encontrado que pacientes con SII tienen un perfil de microbioma intestinal diferente, pero no está claro si es una causa o un efecto del síndrome (3,5). Las pruebas experimentales de probióticos han reportado resultados contradictorios, pero una revisión realizada por Moayyedi et al. concluyó que la evidencia general sugiere que los probióticos tienen un beneficio para pacientes que sufren de SII, aunque más investigaciones son necesarias para determinar el mejor tratamiento, dado que hay muchas variedades probióticas y basado en la heterogeneidad de SII (3-5).

La conexión entre los probióticos y la diarrea causada por la disrupción de la microbioma intestinal normal es más intuitivamente clara. Disbiosis, causado por ser infectado por un microorganismo intestinal dañino o por antibióticos que matan ampliamente a los microorganismos intestinales permitiendo que los dañinos proliferen, puede mejorar agregando microbios beneficiosos a su sistema. Los probióticos pueden mejorar la recuperación de la diarrea infecciosa y también puede prevenir diarrea en pacientes que toman antibióticos (3,4,6,7).

Otros supuestos beneficios de probióticos incluyen reducir la intolerancia a la lactosa, mejorar la salud mental, tratar la enfermedad intestinal inflamatoria, reducir el riesgo de cáncer colonrectal, combatir los efectos secundarios de radioterapia y quimioterapia, y mejorar la función inmune

(2-4,8). Sin embargo, la investigación en varias de estas áreas todavía se encuentra en etapas iniciales o no se ha encontrado mucha evidencia. El conocimiento actual está limitado por el hecho que este campo de investigación es relativamente nuevo, muchos estudios existentes no han sido diseñados apropiadamente para sustentar evidencia de alta calidad sobre los beneficios de los probióticos o la falta de, y el microbioma intestinal es un ecosistema extremadamente amplio y complejo (1,3,4).

Los probióticos pueden ser una adición saludable a su plan nutricional. Tienen beneficios conocidos para el sistema digestivo y pueden tener beneficios para otras áreas de la salud también. En particular, investigaciones recientes han encontrado un vínculo entre el intestino y el sistema nervioso, y una pregunta importante en el campo es si los probióticos pueden mejorar la salud neurológica, mental y/o cognitiva (3,4). Personas con preguntas sobre agregar probióticos a su plan nutricional o no, deberán consultar a un profesional capacitado, como a un dietista o quiropráctico con capacitación en nutrición.

Referencias

  1. Mayo Clinic Staff. (2021). “Prebiotics, probiotics and your health.” Mayo Clinic. https://www.mayoclinic.org/prebiotics-probiotics-and-your-health/art-20390058 
  1. Villines, Z. (2018). “What is the difference between prebiotics and probiotics?” Medical News Today. https://www.medicalnewstoday.com/articles/323490 
  1. Sanders, M. E., Guarner, F., Guerrant, R., et al. (2013). An update on the use and investigation of probiotics in health and disease. Gut, 62(5), 787–796. doi:10.1136/gutjnl-2012-302504 
  1. Gareau, M. G., Sherman, P. M., & Walker, W. A. (2010). Probiotics and the gut microbiota in intestinal health and disease. Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology, 7(9), 503–514. doi:10.1038/nrgastro.2010.117 
  1. Moayyedi, P., Ford, A. C., Talley, N. J., et al. (2010). The efficacy of probiotics in the treatment of irritable bowel syndrome: a systematic review. Gut, 59, 325-332. doi:10.1136/gut.2008.167270 
  1. Guarino, A., Vecchio, A. L., Canani, R. B. (2009) Probiotics as prevention and treatment for diarrhea. Current Opinion in Gastroenterology, 25(1), 18-23. doi:10.1097/MOG.0b013e32831b4455 
  1. Goldenberg, J. Z., Yap, C., Lytvyn, L., et al. (2017). Probiotics for the prevention of Clostridium difficile‐associated diarrhea in adults and children. Cochrane Database of Systematic Reviews, 12. doi:10.1002/14651858.CD006095.pub4 
  1. Shaukat, A., Levitt, M., Taylor, B. C., et al. (2010). Systematic Review: Effective Management Strategies for Lactose Intolerance. Annals of Internal Medicine, 152(12), 797-803. doi:10.7326/0003-4819-152-12-201006150-00241 

Problemas Articulares Asociados con los Teléfonos Móviles

El uso de teléfonos móviles es omnipresente en la sociedad moderna y ofrece una amplia gama de beneficios, como conectar a las personas y proporcionar acceso a la información. Sin embargo, los teléfonos móviles también se han relacionado con una serie de problemas de salud. Por ejemplo, muchos investigadores y médicos dentro de la psicología argumentan que el uso extremo y problemático del teléfono móvil puede cumplir con los criterios de una adicción conductual (1). Los teléfonos móviles también se han asociado con problemas en las articulaciones, particularmente en las manos y el cuello. Este tema amerita la atención de varios campos profesionales para la investigación, prevención y tratamiento, incluyendo médicos de atención primaria, especialistas en ergonomía, médicos ortopédicos y quiroprácticos.

Los cambios tecnológicos y de comportamiento han superado la velocidad a la que puede evolucionar el cuerpo humano. En el sistema musculoesquelético, por ejemplo, están bien establecidos los efectos adversos de estar sentado durante períodos prolongados (como en un trabajo de escritorio) y algunos tipos de movimientos repetitivos (como en el trabajo en una línea de montaje y el entrenamiento deportivo). Con los teléfonos móviles, los usuarios a menudo se involucran en varias posiciones o movimientos no naturales que pueden causar problemas en las articulaciones: la mayor parte del peso a menudo se soporta solo con el dedo meñique, el brazo puede estar doblado en la misma posición durante largos períodos y los pulgares u otro dedo preferido para escribir se usa una y otra vez, y el cuello a menudo se dobla en una posición subóptima. Los problemas comunes relacionados con los teléfonos móviles incluyen dolor, rigidez o entumecimiento, que pueden ocurrir en las articulaciones de los dedos, las manos, las muñecas o el cuello, según el individuo (2,3).

La conciencia sobre este problema ha ido aumentando a través de informes anecdóticos y un creciente cuerpo de investigación. Los médicos ortopédicos de Madrid informaron de dos adultos de unos treinta años con artrosis de la articulación trapeciometacarpiana, una articulación en la base del pulgar. La osteoartritis es causada por el desgaste gradual de las articulaciones; es poco común en adultos jóvenes. La osteoartritis de la articulación trapeciometacarpiana es aún menos común, pero puede ser causada por actividades repetitivas del pulgar. Otros estudios también informaron inflamación de tendones, vainas sinoviales y fascia debido al uso de teléfonos móviles (4).

Otro grupo de investigadores realizó un análisis retrospectivo de 70 personas que reportaron dolor relacionado con el uso extensivo de dispositivos portátiles (teléfonos móviles, tabletas, controladores de juegos), se les diagnosticó un trastorno musculoesquelético de las extremidades superiores y se sometieron a rehabilitación. Los pacientes tenían más probabilidades de tener síntomas en su mano dominante. Las condiciones diagnosticadas incluyeron tendinosis y síndrome de dolor miofascial. Los datos sugirieron que los problemas articulares estaban relacionados con el uso predominante de un dedo/pulgar específico. Afortunadamente, los pacientes se recuperaron con rehabilitación, lo que es una señal positiva para otros proveedores que buscan diseñar planes de tratamiento para problemas articulares asociados con los teléfonos móviles (5).

Además de los datos que vinculan los problemas de las articulaciones con los teléfonos móviles en función de los síntomas notificados, los estudios que buscan una explicación mecanicista han examinado cómo se utilizan los músculos durante el uso del teléfono en individuos sintomáticos y sanos. Xie et al. utilizó electromiografía en los músculos posturales del cuello y los hombros, y en los músculos que controlan el movimiento de la mano y el pulgar. Los participantes con dolor de cuello/hombro tenían una mayor actividad muscular en los músculos posturales que los controles sanos. Los resultados sugieren que la posición desequilibrada del cuello está relacionada con el dolor de cuello/hombro, aunque no se pudo determinar si la relación es la causal. Además, los mensajes de texto con una sola mano se asociaron con una mayor carga muscular que los mensajes de texto con las dos manos (6).

Las personas que usan teléfonos móviles con frecuencia deben tratar de mantenerse al tanto de la postura de la cabeza, el cuello y la parte superior de la espalda para evitar la tensión. Usar las dos manos cuando sea posible puede ser beneficioso para la salud de las articulaciones de las manos y los dedos, mientras que agregar un dispositivo para cambiar la forma en que sujeta el teléfono (como un agarre pop) también puede ayudar (2,3). El hielo y las férulas, la fisioterapia y la quiropráctica pueden ser apropiados para tratar el dolor. En general, la mejor estrategia de prevención es evitar el uso excesivo del teléfono.

  1. Gutiérrez, J. D.-S., de Fonseca, F. R., and Rubio, G. Cell-Phone Addiction: A Review. Frontiers in Psychiatry, 2016;7:175. DOI:10.3389/fpsyt.2016.00175
  2. Waston, K. “How to Prevent Smartphone Finger and Smartphone Thumb.” Healthline, 2021.
    https://www.healthline.com/health/smartphone-finger
  3. Moyer, M. W. “Text Neck, Pinkie Pain and Other Ways Phones Can Wreck Our Bodies.” The New York Times, 2022.
    https://www.nytimes.com/2022/04/28/well/live/neck-joint-pain-phone.html
  4. Canillas, F., Colino, A., and Menéndez, P. Cellular Phone Overuse as A Cause for Trapeziometacarpal Osteoarthritis: A Two
    Case Report. Journal of Orthopedic Case Reports, 2014;4(4):6-8. DOI: 10.13107/jocr.2250-0685.213
  5. Sharan, D., Mohandoss, M., Ranganathan, R., and Jose, J. Musculoskeletal Disorders of the Upper Extremities Due to
    Extensive Usage of Hand Held Devices. Annals of Occupational and Environmental Medicine, 2014;26:22.
  6. Xie, Y., Szeto, G. P. Y., and Madeleine, P. A comparison of muscle activity in using touchscreen smartphone among young people with and without chronic neck–shoulder pain. Ergonomics, 2015;59(1). DOI: 10.1080/00140139.

Dolor de Espalda en Niños

El dolor de espalda en niños y adolescentes ocurre con más frecuencia de lo que se pensaba (Bernstein, Haus). La incidencia depende de la edad y la actividad física, pero puede llegar hasta el 24-36% de la población pediátrica (Haus). Si bien el dolor de espalda en adultos se ha estudiado ampliamente, lo que ha llevado a su reconocimiento como una de las principales causas de discapacidad y una gran carga para el sistema de salud, el dolor de espalda en niños ha recibido relativamente menos atención (Bernstein). Los datos actuales sugieren que es más probable que sea causado por una causa subyacente específica e identificable que en los adultos; además, algunas causas de dolor de espalda pediátrico son condiciones graves que requieren un tratamiento rápido (AAOS, Bernstein).

Hay varios problemas mecánicos que pueden surgir de la actividad o los hábitos físicos, que a menudo son agudos y tratables. Haus y Micheli (2012) proponen que las lesiones relacionadas con los deportes contribuyen a la sorprendentemente alta incidencia de dolor de espalda pediátrico. Como suele ser el caso dentro del sistema musculoesquelético, las lesiones agudas o el uso excesivo crónico pueden dañar las articulaciones y causar dolor (AAOS, Haus). La combinación de entrenamiento deportivo intensivo y cambios anatómicos debido al crecimiento puede ejercer una presión excesiva sobre la columna y los músculos de la espalda (Haus). Este tipo de dolor de espalda generalmente se puede controlar con reposo, AINE si es necesario y rehabilitación progresiva (AAOS, Haus).

Una preocupación, especialmente con los niños, es que las mochilas pesadas pueden sobrecargar la espalda. Sin embargo, hay puntos de vista contradictorios: la Academia Estadounidense de Cirujanos Ortopédicos enumera el hecho de llevar una mochila pesada como causa de tensión y desequilibrio muscular, pero un estudio no encontró asociación entre las mochilas pesadas y el dolor de espalda en niños en edad escolar (Haus, AAOS).

También hay una serie de otras afecciones de la columna que pueden causar dolor de espalda en los niños. Si bien un estudio encontró que la tensión o el espasmo lumbar era el diagnóstico más común dado a los adolescentes con dolor lumbar (9 %), los siguientes más comunes eran la escoliosis (5 %), la enfermedad degenerativa del disco (2 %) y la hernia discal (1%) (Yang). La escoliosis puede aumentar el riesgo de otras lesiones de espalda debido a la carga desequilibrada durante los deportes. La enfermedad degenerativa del disco y la hernia de disco son más comunes en los atletas pediátricos que en los no atletas pediátricos; esta población y sus padres/tutores deben ser conscientes de los riesgos y considerar si los casos de dolor de espalda pueden tener una patología subyacente en lugar de ser una lesión aguda (Haus). Otras posibles causas de dolor de espalda pediátrico incluyen espondilólisis (fractura por estrés), espondilolistesis (deslizamiento de disco) y, más raramente, infección o tumor (AAOS, Bernstein, Haus, Yang).

En muchos casos, el dolor de espalda pediátrico se puede tratar de forma conservadora con buenos resultados. Sin embargo, hay factores clave que deberían impulsar la búsqueda de atención urgente: dolor de espalda en niños de 4 años o menos y dolor de espalda con fiebre, pérdida de peso, dolor nocturno o debilidad (AAOS, Berstein, Haus).

El tratamiento para los niños con dolor de espalda varía según los síntomas, el diagnóstico y los factores específicos del individuo. Muchas lesiones y afecciones musculoesqueléticas se pueden controlar con una combinación de descanso, medicamentos antiinflamatorios y fisioterapia. La cirugía puede ser necesaria para algunos casos de fractura de columna, hernia de disco, espondilolistesis progresiva, escoliosis grave y tumor (Berstein, Haus). El manejo quiropráctico también puede ser apropiado: un estudio encontró que el 62 % de un grupo de pacientes pediátricos con dolor lumbar experimentó una disminución clínicamente importante en el dolor informado y el 87 % percibió una mejora clínicamente importante dentro de un curso de tratamiento de 6 semanas. Sin embargo, los pacientes con dolor lumbar crónico tenían menos probabilidades de responder dentro del período de tratamiento (Hayden).

Referencias 

American Academy of Orthopaedic Surgeons. (2019). “Back Pain in Children.” OrthoInfo. https://orthoinfo.aaos.org/en/diseases–conditions/back-pain-in-children/ 

Bernstein, R. M., & Cozen, H. (2007). Evaluation of back pain in children and adolescents. American family physician, 76(11), 1669–1676. 

Haus, B. M., & Micheli, L. J. (2012). Back Pain in the Pediatric and Adolescent Athlete. Clinics in Sports Medicine, 31(3), 423–440. doi:10.1016/j.csm.2012.03.011 

Hayden, J. A., Mior, S. A., & Verhoef, M. J. (2003). Evaluation of chiropractic management of pediatric patients with low back pain: A prospective cohort study. Journal of Manipulative and Physiological Therapeutics, 26(1), 1–8. doi:10.1067/mmt.2003.11 

Yang, S., Werner, B. C., Singla, A., & Abel, M. F. (2017). Low Back Pain in Adolescents. Journal of Pediatric Orthopaedics, 37(5), 344–347. doi:10.1097/bpo.0000000000000653  

La Cobertura de Seguro de Salud Para Atención Quiropráctica

La atención quiropráctica es útil como tratamiento para muchas afecciones, incluido el dolor lumbar [1]. El dolor lumbar es una de las principales razones por las que los estadounidenses visitan a los médicos, además de contribuir significativamente al uso de opioides en el país [1]. A pesar de la eficacia demostrada de la atención quiropráctica para ayudar a quienes padecen dolor lumbar, no todos los planes de seguro médico en los Estados Unidos cubren la atención quiropráctica, y los que sí lo hacen tienden a hacerlo con moderación [2]. Este artículo explorará las diferencias en la cobertura de atención quiropráctica entre los planes de seguro médico, así como los efectos adversos de la cobertura limitada en los pacientes. 

La mayoría de los planes de seguro médico incluyen alguna cobertura para atención quiropráctica [3]. Heyward et al. realizó una encuesta de 15 planes comerciales, 15 de Medicare Advantage Health y 15 de Medicaid [2]. Los planes que encuestaron representaban más del 50 % de las personas aseguradas en EE. UU. [2]. En general, los tres tipos de planes tienden a cubrir la atención quiropráctica [2]. 

A pesar de esta amplia cobertura, los beneficios podrían estar sujetos a ciertos límites que reducen el acceso de los pacientes a los servicios quiroprácticos [2]. Las aseguradoras comerciales y Medicaid tienden a someter a los pacientes a límites de visitas para atención quiropráctica [2]. En lugar de límites de visitas, otros planes de Medicaid pueden requerir que los beneficiarios reciban una autorización previa, cumplan con ciertas condiciones o adquieran una remisión antes de visitar a un quiropráctico [2]. 

Mientras tanto, Medicare solo permite que los beneficiarios reciban cobertura quiropráctica si necesitan corregir una subluxación vertebral [4]. Cualquier otra forma de atención quiropráctica, así como los exámenes que ordene el quiropráctico, no estarán cubiertos [4]. Esta estrategia de cobertura es incoherente, dado que la atención quiropráctica para una variedad de afecciones se asocia con una reducción de la discapacidad asociada a los opioides, menores costos médicos y una recuperación más rápida, entre muchos otros beneficios [5]. 

Los costos también variaron entre las aseguradoras. Medicare Advantage requiere que los beneficiarios paguen un copago promedio de $20 por la atención dentro de la red o una tarifa de coseguro del 35 % por la atención fuera de la red [2]. En comparación, las aseguradoras comerciales imponen un costo de bolsillo significativamente más alto a los beneficiarios. Los pacientes pagan en promedio un copago de $60 por visita si su proveedor está dentro de la red o una tarifa de coseguro del 50 % para los proveedores fuera de la red [2]. Después de alcanzar su deducible, los beneficiarios de Medicare pagan el 20 % del monto aprobado por Medicare por los servicios quiroprácticos [4]. 

Evidentemente, existen deficiencias importantes en la cobertura de atención quiropráctica en los planes de seguro de salud de EE. UU. Dadas las muchas ventajas de la atención quiropráctica, estas deficiencias son significativas. Davis et al. estimó que, por cada 1000 beneficiarios de Medicare, la reducción del acceso a la atención quiropráctica da como resultado un aumento del costo de $114 967 [6]. Además, la atención quiropráctica ha ayudado a mitigar la pandemia de opiáceos al proporcionar a los pacientes otras alternativas no farmacológicas para los problemas de espalda y cuello [3]. Al reducir el acceso a la atención quiropráctica, los esfuerzos para combatir el uso excesivo de opioides pueden verse afectados. 

Debido a los elevados costos, los límites de visitas y otros obstáculos, muchas personas que pueden beneficiarse de la atención quiropráctica no pueden acceder a ella [1]. Para abordar este problema, los investigadores recomiendan impulsar la atención no farmacológica, posiblemente a través de incentivos financieros, promoción instructiva, formulación de políticas o una combinación de enfoques [1]. Al legitimar las opciones no farmacológicas como tratamientos de primera línea para las afecciones crónicas, la atención quiropráctica puede estar asegurada de manera más amplia en los EE. UU. [1]. 

Referencias 

[1] C. M. Goertz and S. Z. George, “Insurer Coverage of Nonpharmacological Treatments for Low Back Pain–Time for a Change,” JAMA Network Open, vol. 1, no. 6, p. 1-3, October 2018. [Online]. Available: DOI: 10.1001/jamanetworkopen.2018.3037.  

[2] J. Heyward et al., “Coverage of Nonpharmacologic Treatments for Low Back Pain Among US Public and Private Insurers,” JAMA Network Open, vol. 1, no. 6, p. 1-14, October 2018. [Online]. Available: DOI: 10.1001/jamanetworkopen.2018.3044.  

[3] B. J. Eovaldi and B. McAlpine, “Increased Utilization of Spinal Manipulation by Chiropractors to Tackle the Opioid Epidemic,” Medical Care, vol. 59, no. 12, p. 1039-1041, December 2021. [Online]. Available: DOI: 10.1097/MLR.0000000000001633.  

[4] “Chiropractic services,” Medicare. [Online]. Available: https://www.medicare.gov/coverage/chiropractic-services.  

[5] R. A. Leach, “Full-Coverage Chiropractic in Medicare: A Proposal to Eliminate Inequities, Improve Outcomes, and Reduce Health Disparities Without Increasing Overall Program Costs,” Journal of Chiropractic Humanities, vol. 27, no. C, p. 29-36, December 2020. [Online]. Available: DOI: 10.1016/j.echu.2020.10.002.  

[6] M. Davis et al., “The Effect of Reduced Access to Chiropractic Care on Medical Service Use for Spine Conditions Among Older Adults,” Journal of Manipulative and Physiological Therapeutics, vol. 44, no. 5, p. 353-362, June 2021. [Online]. Available: DOI: 10.1016/j.jmpt.2021.05.002. 

Dolor Lumbar: Quiropráctica Vs. Fisioterapia 

El dolor lumbar (LBP) es una carga significativa en los niveles de salud y los costos de atención médica en los Estados Unidos [1]. Las personas que padecen dolor lumbar no solo pueden experimentar un dolor intenso, que a menudo provoca discapacidad, sino que también pueden requerir atención médica costosa para tratar sus afecciones [1]. Desafortunadamente, ni la causa principal ni el tratamiento ideal para el dolor lumbar son seguros [2]. Afortunadamente, hay muchas opciones de tratamiento para el dolor lumbar disponibles para los pacientes, incluida la atención quiropráctica y la fisioterapia (PT) [2]. Al decidir si optar por uno u otro, hay algunas características y descubrimientos clave que los pacientes y sus equipos médicos deben tener en cuenta. 

La atención quiropráctica consiste en una amplia gama de tratamientos, que incluyen estimulación eléctrica, aplicación de calor o hielo y, más comúnmente, manipulaciones articulares para la corrección de subluxaciones [3]. En el contexto del tratamiento del dolor lumbar, ha habido desacuerdo entre los expertos sobre el papel apropiado de la atención quiropráctica [2]. 

Parte de este debate puede haber sido sofocado por un estudio de 2018 [2]. El estudio buscó analizar la eficacia de la quiropráctica en el tratamiento del dolor lumbar [2]. Los investigadores compararon cómo le fue al personal militar en servicio activo que se quejaba de dolor lumbar con la atención habitual sola (desde productos farmacéuticos hasta fisioterapia) frente a la atención habitual combinada con hasta doce tratamientos quiroprácticos [2]. Al final del período de tratamiento de seis semanas, el grupo de atención habitual más quiropráctica informó un dolor menos intenso, una discapacidad reducida, una disminución del uso de analgésicos, una función mejorada y una mayor satisfacción [2]. Según estos resultados, la quiropráctica parece ser un tratamiento eficaz para el dolor lumbar. 

Del mismo modo, la fisioterapia supuestamente ha contribuido a mejorar los resultados en comparación con ningún tratamiento o intervención médica sola [1]. El objetivo central de la PT es prevenir una mayor discapacidad y mejorar la capacidad funcional [4]. Para combatir el dolor lumbar, las formas más efectivas de fisioterapia parecen ser las estrategias activas, como el yoga, el tai chi y otras formas de ejercicio [4]. Debido a que ninguna forma única de PT ha emergido como superior a todas las demás, los investigadores sugieren que los pacientes empleen una diversidad de técnicas, elegidas de acuerdo con sus preferencias personales [4]. 

Múltiples estudios han comparado la atención quiropráctica y los efectos respectivos de PT sobre el dolor lumbar. Por ejemplo, un estudio de la UCLA de 2006 se centró en las diferencias en la discapacidad, la remisión y la intensidad del dolor entre los pacientes con dolor lumbar clasificados en cuatro grupos: quiropráctica con y sin modalidades físicas, y atención médica con y sin fisioterapia [5]. Después de 18 meses de analizar a sus sujetos, Hurwitz et al. encontró que los grupos eran relativamente equivalentes en los resultados primarios [5]. Sin embargo, el grupo quiropráctico tenía una «mayor probabilidad de percepción de mejora», lo que sugiere que esta técnica puede estar asociada con un aumento de la confianza [5]. 

Más evidencia sugiere que cada método puede tener beneficios únicos. Gudavalli y sus colegas compararon la flexión-distracción (FD), una técnica quiropráctica, con el protocolo de ejercicio activo del tronco (ATEP), una forma de PT [6]. Los pacientes con FD experimentaron un mayor alivio del dolor, lo que llevó a los investigadores a concluir que la FD puede ser más apropiada para pacientes con dolor lumbar crónico o con radiculopatía [6]. Mientras tanto, los pacientes con dolor recurrente mejoraron más con ATEP [6]. 

Sin embargo, no existe un tratamiento ideal para el dolor lumbar. Sin embargo, al considerar su grado de dolor, su deseo de motivación adicional y las preocupaciones presupuestarias, los pacientes pueden tomar una decisión más informada entre la fisioterapia y la atención quiropráctica. 

Referencias  

[1] N. Khodakarami, “Treatment of Patients with Low Back Pain: A Comparison of Physical Therapy and Chiropractic Manipulation,” Healthcare, vol. 8, no. 44, p. 1-8, February 2020. [Online]. Available: https://doi.org/10.3390/healthcare8010044.  

[2] R. H. Shmerling, “Should you see a chiropractor for low back pain?,” Harvard Health Publishing, Updated August 16, 2019. [Online]. Available: https://www.health.harvard.edu/blog/should-you-see-a-chiropractor-for-low-back-pain-2019073017412.  

[3] B. Sears, “Here’s How Chiropractors and Physical Therapists Are Different,” VeryWell Health, Updated September 3, 2021. [Online]. Available: https://www.verywellhealth.com/chiropractor-vs-physical-therapy-5194093.  

[4] E. A. Shipton, “Physical Therapy Approaches in the Treatment of Low Back Pain,” Pain and Therapy, vol. 7, no. 2, p. 127-137, September 2018. [Online]. Available: https://doi.org/10.1007/s40122-018-0105-x.  

[5] E. L. Hurwitz et al., “A Randomized Trial of Chiropractic and Medical Care for Patients With Low Back Pain: Eighteen-Month Follow-up Outcomes From the UCLA Low Back Pain Study,” Spine, vol. 31, no. 6, p. 611-621, March 2006. [Online]. Available: https://doi.org/10.1097/01.brs.0000202559.41193.b2.  

[6] M. R. Gudavalli et al., “A randomized clinical trial and subgroup analysis to compare flexion–distraction with active exercise for chronic low back pain,” European Spine Journal, vol. 15, no. 7, p. 1070-1082, December 2005. [Online]. Available: https://doi.org/10.1007/s00586-005-0021-8

Riesgos para la Salud por las Grasas Trans

Las grasas trans han sido ampliamente reconocidas como una forma poco saludable de grasa que está presente en la dieta de muchas personas, especialmente en EE.UU. Aunque es cierto que casi cualquier nutriente en exceso puede ser perjudicial, cuando se trata de grasas, las grasas trans están asociadas con los peores riesgos para la salud. Las grasas alimentarias pueden agruparse en cuatro categorías basadas en las características de su estructura molecular que influyen en cómo afectan al organismo, en orden de más a menos saludable: poliinsaturadas, monoinsaturadas, saturadas y trans (1). Una amplia investigación ha establecido recomendaciones claras para evitar los dos últimos tipos y/o sustituirlos por los dos primeros cuando sea posible (1-3). Sin embargo, es importante señalar que las grasas son un nutriente necesario para el funcionamiento celular normal (1).

Las ventajas de las grasas trans son que son baratas de producir y se conservan bien, lo que las hace atractivas para la preparación de alimentos tanto a nivel comercial como individual (2). Las grasas trans (también conocidas como aceites parcialmente hidrogenados) pueden producirse artificialmente a partir de un aceite líquido, que suele contener principalmente grasas insaturadas, cambiando su estructura molecular y convirtiéndolo en un sólido (2-4).

En concreto, las grasas insaturadas se hidrogenan: las cadenas de ácidos grasos de las grasas insaturadas contienen uno o más dobles enlaces cis, lo que provoca «torceduras» que dificultan que la sustancia se empaquete de forma ordenada en un sólido. La hidrogenación hace que algunos de esos dobles enlaces se conviertan en enlaces simples y otros en dobles enlaces trans, lo que endereza la estructura de la molécula y aumenta el punto de fusión de la sustancia.

Las investigaciones de las últimas décadas han permitido descubrir los numerosos riesgos para la salud de las grasas trans. En particular, estas grasas aumentan el colesterol LDL y disminuyen el colesterol HDL, que se consideran respectivamente el «malo» y el «bueno» (1-3). Se sabe que aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, y también se asocian a un mayor riesgo de diabetes de tipo 2 (2,3). Consumir 5 gramos de grasas trans al día aumenta el riesgo de cardiopatía isquémica en un 25% (5). Los monos que fueron alimentados con una dieta con grasas trans durante seis años ganaron peso, tuvieron un aumento de grasa en el abdomen y mostraron signos de una peor regulación de la glucosa en comparación con el grupo de control que recibió la dieta equivalente con grasas insaturadas (4).

Afortunadamente, las restricciones sobre este tipo de grasas se están endureciendo en todo el mundo. Dinamarca, por ejemplo, ha restringido fuertemente el uso de grasas trans en todos los productos alimenticios, y una comparación entre veinte países descubrió que los productos de las mismas cadenas de comida rápida tenían muchas menos grasas trans en Dinamarca (1,5). Varias jurisdicciones de EE.UU. también han aplicado restricciones, mientras que la FDA exige que las grasas trans se identifiquen en las etiquetas de ingredientes y nutricionales de los alimentos en todo el país.

También hay medidas sencillas que los residentes en EE.UU. pueden tomar para controlar su consumo de grasas, como buscar la cantidad de grasas trans en una etiqueta nutricional o los «aceites parcialmente hidrogenados» en la etiqueta de ingredientes (2-4). Además, la mayoría de los alimentos fritos y muchos dulces horneados contienen altos niveles de grasas trans (2,3). La manteca vegetal sólida y la margarina deben evitarse en la medida de lo posible (2-4); tenga en cuenta que la mantequilla, aunque es sólida, se elabora a partir de la grasa de la leche en un proceso diferente y contiene altos niveles de grasas saturadas, pero cantidades relativamente pequeñas de grasas trans. Las grasas insaturadas son relativamente más saludables, aunque deben consumirse con moderación, e incluyen el aceite de canola, cártamo y oliva (aceites vegetales no tropicales) (1-3).

Referencias

AHA. “Dietary Fats.” American Heart Association. Reviewed November 1, 2021. https://www.heart.org/en/healthy-living/healthy-eating/eat-smart/fats/dietary-fats

AHA. “Trans Fats.” American Heart Association. Reviewed March 23, 2017. https://www.heart.org/en/healthy-living/healthy-eating/eat-smart/fats/trans-fat

Bridges M. “Facts about trans fats.” MedlinePlus. Updated May 26, 2020. https://medlineplus.gov/ency/patientinstructions/000786.htm

Stender S, Dyerberg J, Astrup A. High Levels of Industrially Produced Trans Fat in Popular Fast Foods. NEJM. 2006;354(15):1650-1652. doi: 10.1056/nejmc052959

Kavanagh K, Jones KL, Sawyer J, Kelley K, Carr JJ, Wagner JD, Rudel LL. Trans Fat Diet Induces Abdominal Obesity and Changes in Insulin Sensitivity in Monkeys. 2012;15(7):1675-1684. doi: 10.1038/oby.2007.200

Procesos Naturales de Desintoxicación

Las toxinas son sustancias producidas por los organismos vivos que son perjudiciales para el ser humano. Por ejemplo, algunas toxinas naturales suelen formar parte de los mecanismos de defensa de las plantas y, por tanto, pueden encontrarse en los alimentos. Los alimentos también pueden contener toxinas por contener moho o microorganismos productores de toxinas [1]. Otras toxinas pueden proceder de bacterias; las manifestaciones clínicas del cólera, por ejemplo, son el resultado de una toxina producida por la bacteria del cólera [2]. De hecho, muchas personas consumen alcohol, una toxina, por efectos relacionados con su toxicidad. Afortunadamente, el cuerpo humano cuenta con una serie de procesos naturales de desintoxicación que ayudan a proteger la salud.

Los términos «toxinas» y «tóxicos», que son los equivalentes sintéticos de las toxinas, se utilizan a veces indistintamente. Los tóxicos pueden incluir productos químicos ambientales o medicamentos que son venenosos en grandes cantidades. Estos últimos incluyen, entre otros, el plomo, los pesticidas, los retardantes de llama y los bifenilos policlorados.

La desintoxicación corresponde a la eliminación fisiológica de tales toxinas y tóxicos de un organismo vivo, como el cuerpo humano. El hígado y el riñón son capaces de desintoxicar de forma natural, al igual que las proteínas intracelulares, como las enzimas del citocromo (CYP) presentes en las mitocondrias o el retículo endoplásmico.

El hígado desempeña un papel fundamental en la protección de nuestro organismo frente a sustancias químicas potencialmente tóxicas, ya que convierte los elementos lipofílicos en metabolitos más hidrosolubles que pueden eliminarse a través de la orina. La especificidad de los sustratos, la abundancia de isoenzimas y la capacidad de estos sistemas enzimáticos presentes en el hígado los hacen idóneos para metabolizar los numerosos tipos de sustancias a las que estamos expuestos [3]. 

Los riñones, por su parte, se encargan de filtrar la sangre y eliminar los desechos, el ácido y el líquido sobrante del cuerpo. Son clave para mantener un equilibrio saludable de agua, sales y minerales. Sin embargo, requieren hábitos saludables para funcionar a su máxima capacidad: Beber mucha agua y consumir alimentos que favorezcan los riñones (verduras, cereales integrales, pescado y frutas) ayudan a la desintoxicación renal [4].

Las enzimas CYP de los mamíferos pueden oxidar tanto los xenobióticos como los compuestos endógenos, y son clave para desintoxicar las sustancias extrañas, así como para controlar el equilibrio hormonal, el metabolismo de la vitamina D y la síntesis del colesterol. Estas enzimas son responsables de metabolizar una gran variedad de sustancias clínica, fisiológica y toxicológicamente importantes [5].

Sin embargo, no se ha demostrado de forma concluyente que el sudor tenga un claro efecto desintoxicante en el organismo. Los seres humanos sudan principalmente para refrescarse y no para excretar sustancias tóxicas. Dado que muchos contaminantes orgánicos persistentes son lipofílicos, no se disuelven en el sudor, que está formado principalmente por agua. Incluso cuando se suda una cierta cantidad de

contaminantes ambientales, los volúmenes son minúsculos [6]. Sin embargo, dada su mayor hidrofilia, ciertas cantidades de metales pesados y plásticos (como el bisfenol A) se disuelven y se excretan junto con el sudor en cierta medida.

Para maximizar los procesos naturales de desintoxicación del cuerpo son fundamentales algunos hábitos clave [7]. En primer lugar, hay que dejar de fumar y minimizar el consumo de alcohol, ya que ambos añaden toxinas al organismo. Además, hay que mantenerse hidratado, seguir una dieta rica en nutrientes [8] y dormir lo suficiente para que los procesos de desintoxicación funcionen de forma óptima. Por último, mantener una excelente calidad del aire interior es fundamental para minimizar la exposición a cualquier toxina ambiental. Impulsar los procesos de desintoxicación naturales del propio cuerpo es fundamental para garantizar la máxima salud y bienestar, y puede hacerse con pequeños cambios de comportamiento.

Referencias

1. Natural toxins in food. Available at: https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/natural-toxins-in-food.

2. Toxins: MedlinePlus Medical Encyclopedia. Available at: https://medlineplus.gov/ency/article/002331.htm.

3. Grant, D. M. Detoxification pathways in the liver. J. Inherit. Metab. Dis. (1991). doi:10.1007/BF01797915

4. Kidney Detox: Is It Necessary & How To Do It Safely | mindbodygreen. Available at: https://www.mindbodygreen.com/articles/how-to-do-a-kidney-detox.

5. Esteves, F., Rueff, J. & Kranendonk, M. The Central Role of Cytochrome P450 in Xenobiotic Metabolism—A Brief Review on a Fascinating Enzyme Family. J. Xenobiotics (2021). doi:10.3390/jox11030007

6. Imbeault, P., Ravanelli, N. & Chevrier, J. Can POPs be substantially popped out through sweat? Environment International (2018). doi:10.1016/j.envint.2017.11.023

7. Full body detox: How to help the body detox at home. Available at: https://www.medicalnewstoday.com/articles/full-body-detox#contacting-a-doctor.

8. Klein, A. V. & Kiat, H. Detox diets for toxin elimination and weight management: A critical review of the evidence. J. Hum. Nutr. Diet. 28, 675–686 (2015). doi: 10.1111/jhn.12286

Prediabetes: Diagnóstico, Dieta y Ejercicio

La prediabetes se define como una condición de alto riesgo de desarrollar diabetes. Los niveles de azúcar en sangre del paciente son más altos de lo normal, pero no lo suficientemente altos como para clasificar a un paciente como diabético. La prevalencia de la prediabetes está aumentando y supone un grave problema de salud pública. Sin embargo, la prediabetes es reversible, y un diagnóstico y manejo adecuados pueden retrasar o prevenir la aparición de la diabetes (Mainous et al., 2016). El 11,3% de la población adulta estadounidense tiene diabetes, y el 38% de la población adulta estadounidense tiene prediabetes («National Diabetes Statistics Report», 2022). Aunque los medicamentos también desempeñan un papel, el tratamiento de primera línea de la prediabetes incluye principalmente modificaciones del estilo de vida, como la dieta y el ejercicio.

El diagnóstico de la prediabetes suele producirse durante las pruebas de detección de la diabetes. Algunos pacientes con prediabetes pueden experimentar síntomas, pero no todos lo harán. Los pacientes con prediabetes deben someterse a pruebas de diabetes mellitus de tipo 2 cada uno o dos años («Mitos sobre la diabetes», 2022). Las pruebas consisten en una prueba de tolerancia a la glucosa oral de 2 horas que demuestra una alteración de la glucosa en ayunas y/o una alteración de la tolerancia a la glucosa. El deterioro de la glucosa en ayunas se define generalmente como una glucosa plasmática en ayunas entre 100,8-124,2 mg/dL, y el deterioro de la tolerancia a la glucosa se define como valores de glucosa plasmática que oscilan entre 140,4-198,0 mg/dL. La HbA1c, conocida como hemoglobina glucosilada, dentro del rango del 5,7% al 6,4% también puede utilizarse para identificar a los individuos con prediabetes (Mainous et al., 2016).

Las pautas actuales de la Asociación Estadounidense de Diabetes establecen que un plan de alimentación saludable para alguien con diabetes es el mismo plan de alimentación saludable para cualquier persona. Esto significa incluir alimentos nutritivos como vegetales sin almidón, limitar los azúcares agregados y priorizar los alimentos integrales cuando sea posible («Mitos sobre la diabetes», 2022). Reducir la ingesta calórica puede conducir a una mejora en el control glucémico, aunque no necesariamente se asocia con la pérdida de peso (Sénéchal et al., 2014). Durante un ensayo controlado aleatorizado con 34 participantes con diabetes/prediabetes, los investigadores descubrieron que una dieta baja en carbohidratos era más eficaz para reducir los valores de HbA1c a los tres meses en comparación con una dieta moderada en carbohidratos (Saslow et al., 2014). Los pacientes con prediabetes/diabetes no necesitan evitar por completo los carbohidratos, pero los alimentos con almidón y altos en carbohidratos aumentarán el nivel de azúcar en la sangre. Una preocupación es que una dieta baja en carbohidratos da como resultado una mayor proporción de calorías provenientes de grasas, lo que también puede ser motivo de preocupación, pero los investigadores no encontraron elevaciones significativas en LDL con esta dieta (Saslow et al., 2014). La investigación continua debe apuntar a comprender cómo la modificación de otros macronutrientes y micronutrientes afecta los niveles de azúcar en la sangre (Sénéchal et al., 2014).

Las intervenciones de ejercicio también son esenciales para controlar la prediabetes. Se sabe que el ejercicio aeróbico tiene efectos transitorios sobre el metabolismo de la glucosa posprandial y la sensibilidad a la insulina del músculo esquelético (Rynders et al., 2014). En general, se recomienda una combinación de entrenamiento aeróbico y de resistencia para el control de la prediabetes (Sénéchal et al., 2014). Un

estudio encontró que, aunque el ejercicio de intensidad moderada y el ejercicio de alta intensidad no tuvieron diferencias significativas en la mejora de la sensibilidad a la insulina posprandial, el ejercicio de intervalos de alta intensidad puede tener mayores efectos posprandiales en comparación con el ejercicio moderado (Rynders et al., 2014). Se requiere más investigación para investigar el efecto independiente del ejercicio sobre el control glucémico en personas con prediabetes y comprender cómo optimizar los efectos del ejercicio (Sénéchal et al., 2014).

En última instancia, aunque en general se sabe que las intervenciones dietéticas y de ejercicio tienen un efecto significativo sobre la prediabetes, la investigación adicional debe centrarse en comprender los efectos independientes de la dieta y el ejercicio en las personas con prediabetes. Actualmente, la mayoría de los pacientes con prediabetes no reciben la atención adecuada en el manejo de su condición (Mainous et al., 2016). Los proveedores de atención primaria tienen un papel importante que desempeñar en la prevención de la prediabetes/diabetes, y deben estar equipados con los conocimientos y habilidades adecuados para asesorar a los pacientes.

Referencias

Mainous AG 3rd, Tanner RJ, Baker R. Prediabetes Diagnosis and Treatment in Primary Care. J Am Board Fam Med. 2016;29(2):283-285. doi:10.3122/jabfm.2016.02.150252

Myths about Diabetes. American Diabetes Association. https://www.diabetes.org/tools-support/diabetes-prevention.

National Diabetes Statistics Report. Centers for Disease Control and Prevention. https://www.cdc.gov/diabetes/data/statistics-report/index.html.

Rynders CA, Weltman JY, Jiang B, et al. Effects of exercise intensity on postprandial improvement in glucose disposal and insulin sensitivity in prediabetic adults. J Clin Endocrinol Metab. 2014;99(1):220-228. doi:10.1210/jc.2013-2687

Saslow LR, Kim S, Daubenmier JJ, et al. A randomized pilot trial of a moderate carbohydrate diet compared to a very low carbohydrate diet in overweight or obese individuals with type 2 diabetes mellitus or prediabetes. PLoS One. 2014;9(4):e91027. Published 2014 Apr 9. doi:10.1371/journal.pone.0091027

Sénéchal M, Slaght J, Bharti N, Bouchard DR. Independent and combined effect of diet and exercise in adults with prediabetes. Diabetes Metab Syndr Obes. 2014;7:521-529. Published 2014 Oct 31. doi:10.2147/DMSO.S62367

Trastornos de la Dieta y del Estado de Ánimo

La conexión entre la nutrición y las enfermedades mentales del estado de ánimo es menos reconocida que el efecto negativo de las deficiencias nutricionales en la salud física. En los últimos años, la neuropsicología nutricional ha indicado que la nutrición está inevitablemente entrelazada con las emociones, el comportamiento y el estado de ánimo humanos. La recién establecida Sociedad Internacional para la Investigación en Psiquiatría Nutricional (ISNPR) tiene como objetivo comprender la relación entre la nutrición, el metabolismo y los trastornos neuropsiquiátricos [1]. Los estudios epidemiológicos han indicado que una dieta poco saludable (por ejemplo, un régimen de comidas basado en comida rápida o azúcar refinada) puede aumentar el riesgo de depresión de una persona, mientras que una dieta sana y equilibrada puede proteger contra tales trastornos neuropsiquiátricos [2,3].

Se sabe que las macromoléculas como los carbohidratos liberan insulina, lo que aumenta la absorción de la mayoría de los aminoácidos en los tejidos periféricos, como los músculos. El triptófano, un aminoácido que suele estar presente en niveles bajos en el torrente sanguíneo independientemente de la dieta, no se ve afectado por la insulina; por lo tanto, con la secreción de insulina, la proporción de triptófano a otros aminoácidos aumenta drásticamente [4]. Sin la competencia de otros aminoácidos, el triptófano se transporta rápidamente a través de la barrera hematoencefálica, donde ingresa al sistema nervioso central y se convierte en serotonina [4]. Los aumentos en esta «hormona del bienestar» es la razón por la cual las dietas bajas en carbohidratos a menudo precipitan condiciones hedónicas como el trastorno afectivo estacional (SAD), el síndrome premenstrual (PMS) o el trastorno depresivo mayor (MDD) [4,5]. El índice glucémico (IG) es una advertencia de esta asociación lineal que revela que las frutas y verduras (que tienen un IG bajo) tienden a proporcionar efectos positivos más duraderos en la química del cerebro y el estado de ánimo, mientras que lo contrario es cierto para los alimentos con un IG alto. por ejemplo, alimentos procesados ​​o con alto contenido de azúcar artificial [5].

Muchos neurotransmisores, que son moléculas señalizadoras que permiten la “comunicación” entre neuronas, son derivados de aminoácidos. Entre los aminoácidos, 12 se producen en el cuerpo y 8 se adquieren a través de la ingesta dietética. Por ejemplo, los neurotransmisores dopamina y serotonina, ambos relacionados con el bienestar emocional, se sintetizan a partir de los aminoácidos tirosina y triptófano, respectivamente [5]. La vía de la proteína quinasa regulada extracelularmente (ERK) se ha asociado con procesos protectores como la plasticidad y la resiliencia en trastornos neuropsiquiátricos, incluido el trastorno bipolar y el TDM [6]. Usando análisis de transferencia Western, los investigadores encontraron niveles más bajos de proteínas dentro de la cascada ERK en la corteza frontal de personas con trastornos del estado de ánimo en comparación con controles sanos [6]. En un modelo murino, se indujo la estimulación de la vía ERK mediante la administración de litio o valproato, dos estabilizadores del estado de ánimo comúnmente utilizados en el tratamiento de los trastornos del estado de ánimo [6].

La mitad de la materia gris neural está compuesta por ácidos grasos que deben ser aportados a través de la dieta. Los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) omega-6 y omega-3 son fundamentales para regular los aspectos bioquímicos de las membranas celulares [5]. En un estudio doble ciego controlado con placebo de 4 meses de duración de 30 personas con trastorno bipolar, los ácidos grasos omega-3 mejoraron el curso de la enfermedad indicado por un período de remisión significativamente más largo para las personas que recibieron tratamiento con omega-3 en comparación con el placebo [ 7]. Los autores de este estudio especularon que, dado que se sabía que los ácidos grasos omega-3 se incorporaban en gran medida a las membranas neuronales, podrían inhibir los mecanismos de transducción de señales en el sistema nervioso central humano, al igual que muchos estabilizadores farmacológicos del estado de ánimo [7].

Además, las áreas activas de investigación incluyen el efecto de varias vitaminas y minerales en la salud mental y los trastornos del estado de ánimo. Aunque ciertamente quedan muchas advertencias entre la dieta y los trastornos del estado de ánimo, los fundamentos de la neurociencia nutricional proporcionan una base preliminar para futuras investigaciones más matizadas, y la información actual demuestra la importancia de una dieta equilibrada para todos los aspectos de la salud.

Referencias

1. ISNPR 2019. (n.d.). International Society for Nutritional Psychiatry Research (ISNPR). Retrieved from http://www.isnpr.org/isnpr2019/ 

2. Sánchez-Villegas, A., Toledo, E., Irala, J. de, Ruiz-Canela, M., Pla-Vidal, J., & Martínez-González, M. A. (2012). Fast-food and commercial baked goods consumption and the risk of depression. Public Health Nutrition, 15(3), 424–432. https://doi.org/10.1017/S1368980011001856 

3. Jacka, F. N., O’Neil, A., Opie, R., Itsiopoulos, C., Cotton, S., Mohebbi, M., Castle, D., Dash, S., Mihalopoulos, C., Chatterton, M. L., Brazionis, L., Dean, O. M., Hodge, A. M., & Berk, M. (2017). A randomised controlled trial of dietary improvement for adults with major depression (The ‘smiles’ trial). BMC Medicine, 15(1), 23. https://doi.org/10.1186/s12916-017-0791-y 

4. Wurtman, R. J., & Wurtman, J. J. (1989). Carbohydrates and depression. Scientific American, 260(1), 68–75. https://www.jstor.org/stable/24987109

5. Rao, T. S. S., Asha, M. R., Ramesh, B. N., & Rao, K. S. J. (2008). Understanding nutrition, depression and mental illnesses. Indian Journal of Psychiatry, 50(2), 77–82. https://doi.org/10.4103/0019-5545.42391

6. Yuan, P., Zhou, R., Wang, Y., Li, X., Li, J., Chen, G., Guitart, X., & Manji, H. K. (2010). Altered levels of extracellular signal-regulated kinase signaling proteins in postmortem frontal cortex of individuals with mood disorders and schizophrenia. Journal of Affective Disorders, 124(1), 164–169. https://doi.org/10.1016/j.jad.2009.10.017

7. Stoll, A. L., Severus, W. E., Freeman, M. P., Rueter, S., Zboyan, H. A., Diamond, E., Cress, K. K., & Marangell, L. B. (1999). Omega 3 fatty acids in bipolar disorder: A preliminary double-blind, placebo-controlled trial. Archives of General Psychiatry, 56(5), 407–412. https://doi.org/10.1001/archpsyc.56.5.407