El dolor lumbar (LBP) es una carga significativa en los niveles de salud y los costos de atención médica en los Estados Unidos [1]. Las personas que padecen dolor lumbar no solo pueden experimentar un dolor intenso, que a menudo provoca discapacidad, sino que también pueden requerir atención médica costosa para tratar sus afecciones [1]. Desafortunadamente, ni la causa principal ni el tratamiento ideal para el dolor lumbar son seguros [2]. Afortunadamente, hay muchas opciones de tratamiento para el dolor lumbar disponibles para los pacientes, incluida la atención quiropráctica y la fisioterapia (PT) [2]. Al decidir si optar por uno u otro, hay algunas características y descubrimientos clave que los pacientes y sus equipos médicos deben tener en cuenta.
La atención quiropráctica consiste en una amplia gama de tratamientos, que incluyen estimulación eléctrica, aplicación de calor o hielo y, más comúnmente, manipulaciones articulares para la corrección de subluxaciones [3]. En el contexto del tratamiento del dolor lumbar, ha habido desacuerdo entre los expertos sobre el papel apropiado de la atención quiropráctica [2].
Parte de este debate puede haber sido sofocado por un estudio de 2018 [2]. El estudio buscó analizar la eficacia de la quiropráctica en el tratamiento del dolor lumbar [2]. Los investigadores compararon cómo le fue al personal militar en servicio activo que se quejaba de dolor lumbar con la atención habitual sola (desde productos farmacéuticos hasta fisioterapia) frente a la atención habitual combinada con hasta doce tratamientos quiroprácticos [2]. Al final del período de tratamiento de seis semanas, el grupo de atención habitual más quiropráctica informó un dolor menos intenso, una discapacidad reducida, una disminución del uso de analgésicos, una función mejorada y una mayor satisfacción [2]. Según estos resultados, la quiropráctica parece ser un tratamiento eficaz para el dolor lumbar.
Del mismo modo, la fisioterapia supuestamente ha contribuido a mejorar los resultados en comparación con ningún tratamiento o intervención médica sola [1]. El objetivo central de la PT es prevenir una mayor discapacidad y mejorar la capacidad funcional [4]. Para combatir el dolor lumbar, las formas más efectivas de fisioterapia parecen ser las estrategias activas, como el yoga, el tai chi y otras formas de ejercicio [4]. Debido a que ninguna forma única de PT ha emergido como superior a todas las demás, los investigadores sugieren que los pacientes empleen una diversidad de técnicas, elegidas de acuerdo con sus preferencias personales [4].
Múltiples estudios han comparado la atención quiropráctica y los efectos respectivos de PT sobre el dolor lumbar. Por ejemplo, un estudio de la UCLA de 2006 se centró en las diferencias en la discapacidad, la remisión y la intensidad del dolor entre los pacientes con dolor lumbar clasificados en cuatro grupos: quiropráctica con y sin modalidades físicas, y atención médica con y sin fisioterapia [5]. Después de 18 meses de analizar a sus sujetos, Hurwitz et al. encontró que los grupos eran relativamente equivalentes en los resultados primarios [5]. Sin embargo, el grupo quiropráctico tenía una «mayor probabilidad de percepción de mejora», lo que sugiere que esta técnica puede estar asociada con un aumento de la confianza [5].
Más evidencia sugiere que cada método puede tener beneficios únicos. Gudavalli y sus colegas compararon la flexión-distracción (FD), una técnica quiropráctica, con el protocolo de ejercicio activo del tronco (ATEP), una forma de PT [6]. Los pacientes con FD experimentaron un mayor alivio del dolor, lo que llevó a los investigadores a concluir que la FD puede ser más apropiada para pacientes con dolor lumbar crónico o con radiculopatía [6]. Mientras tanto, los pacientes con dolor recurrente mejoraron más con ATEP [6].
Sin embargo, no existe un tratamiento ideal para el dolor lumbar. Sin embargo, al considerar su grado de dolor, su deseo de motivación adicional y las preocupaciones presupuestarias, los pacientes pueden tomar una decisión más informada entre la fisioterapia y la atención quiropráctica.
Referencias
[1] N. Khodakarami, “Treatment of Patients with Low Back Pain: A Comparison of Physical Therapy and Chiropractic Manipulation,” Healthcare, vol. 8, no. 44, p. 1-8, February 2020. [Online]. Available: https://doi.org/10.3390/healthcare8010044.
[2] R. H. Shmerling, “Should you see a chiropractor for low back pain?,” Harvard Health Publishing, Updated August 16, 2019. [Online]. Available: https://www.health.harvard.edu/blog/should-you-see-a-chiropractor-for-low-back-pain-2019073017412.
[3] B. Sears, “Here’s How Chiropractors and Physical Therapists Are Different,” VeryWell Health, Updated September 3, 2021. [Online]. Available: https://www.verywellhealth.com/chiropractor-vs-physical-therapy-5194093.
[4] E. A. Shipton, “Physical Therapy Approaches in the Treatment of Low Back Pain,” Pain and Therapy, vol. 7, no. 2, p. 127-137, September 2018. [Online]. Available: https://doi.org/10.1007/s40122-018-0105-x.
[5] E. L. Hurwitz et al., “A Randomized Trial of Chiropractic and Medical Care for Patients With Low Back Pain: Eighteen-Month Follow-up Outcomes From the UCLA Low Back Pain Study,” Spine, vol. 31, no. 6, p. 611-621, March 2006. [Online]. Available: https://doi.org/10.1097/01.brs.0000202559.41193.b2.
[6] M. R. Gudavalli et al., “A randomized clinical trial and subgroup analysis to compare flexion–distraction with active exercise for chronic low back pain,” European Spine Journal, vol. 15, no. 7, p. 1070-1082, December 2005. [Online]. Available: https://doi.org/10.1007/s00586-005-0021-8.