Los prebióticos son un concepto relativamente nuevo en la ciencia de la nutrición. Los prebióticos se introdujeron y definieron por primera vez en 1995 como componentes de los alimentos que no son digeridos por el que come, sino por los microbios que viven en su intestino (1). Se pueden considerar como alimento para probióticos (2). Aunque el estudio de los prebióticos aún está en curso, este campo ha atraído una atención significativa debido a nuestro creciente conocimiento sobre la importancia de un microbioma intestinal saludable (1,3,4). Los beneficios de los prebióticos incluyen el aumento de la producción y la absorción de vitaminas y minerales, además de conducir indirectamente a los beneficios de los probióticos al estimular el crecimiento de los probióticos (1,5).
Utilizando la definición original y estricta de prebióticos, solo una clase de compuestos se ajusta a los criterios: los fructooligosacáridos (FOS), que son carbohidratos de longitud corta o media y se pueden dividir en oligofructosa o inulina. El ajo, la cebolla, la alcachofa y los espárragos contienen altos niveles de FOS (1). Los estudios muestran que FOS fomenta el crecimiento de bifidobacterias, un género de habitantes intestinales que es importante para la salud digestiva normal y se cree que ayuda a controlar los niveles de microbios patógenos en el intestino (1,3,4,6). Las bifidobacterias se utilizan a menudo como probióticos (1,3,4).
Específicamente, las bifidobacterias parecen competir e incluso inhibir directamente el crecimiento de otros tipos de microbios intestinales que pueden ser dañinos, incluidos clostridios, E. coli y salmonelas (1,3,6). Además, pueden estimular las defensas inmunitarias y facilitar la producción, absorción y/o digestión de diversos nutrientes (1,3,6). Por lo tanto, los prebióticos también aportan estos beneficios al apoyar el crecimiento de las bifidobacterias en particular.
Además, la fermentación de prebióticos por parte de los microorganismos intestinales produce ácidos grasos de cadena corta (SCFA, por sus siglas en inglés), que tienen efectos antipatógenos, sirven como combustible metabólico y moduladores en todo el cuerpo, y se cree que mejoran la absorción de varios minerales en el colon (1, 3,6).
A lo largo de los años, ha habido un debate significativo sobre la definición más útil de prebióticos. La definición original especifica que el compuesto a) no es digerible (por el huésped), b) estimula selectivamente el crecimiento de bacterias intestinales y c) por lo tanto mejora la salud. Otros investigadores han propuesto ampliar los prebióticos para incluir compuestos que tengan un impacto positivo en los microbiomas de todo el cuerpo y no solo en el intestino, que no necesariamente sean fermentados por los microorganismos intestinales o que cambien la composición del microbioma intestinal (3). Según definiciones alternativas, los t-galactooligosacáridos (tGOS), la lactulosa y las fibras dietéticas en general también pueden considerarse prebióticos (3). Todos los prebióticos y candidatos a prebióticos hasta ahora son carbohidratos (3,6).
Nuestra comprensión de los prebióticos está evolucionando a medida que se realizan investigaciones adicionales. Dependiendo de la definición exacta utilizada, se puede considerar que los prebióticos tienen una gama más estrecha o amplia de beneficios para la salud, pero en general, respaldan las funciones normales y saludables del microbioma intestinal. Estos incluyen protección contra patógenos y asistencia simbiótica con nutrientes y digestión. Los compuestos prebióticos actualmente establecidos caen bajo el paraguas de fibras dietéticas, y la investigación adicional puede encontrar que los amplios beneficios de las fibras dietéticas, por ejemplo, un menor riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes, pueden estar relacionados con los prebióticos (6). Muchas frutas y verduras contienen prebióticos o compuestos candidatos, especialmente aquellos que contienen altos niveles de carbohidratos complejos, y también hay algunos suplementos disponibles (2,5).
Referencias
1. Gibson, G. R., & Roberfroid, M. B. (1995). Dietary modulation of the human colonic microbiota: introducing the concept of prebiotics. The Journal of Nutrition, 125(6), 1401-1412. doi: 10.1093/jn/125.6.1401
2. Villines, Z. (2018). “What is the difference between prebiotics and probiotics?” Medical News Today. https://www.medicalnewstoday.com/articles/323490
3. Bindels, L. B., Delzenne, N. M., Cani, P. D., & Walter, J. (2015). Towards a more comprehensive concept for prebiotics. Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology, 12(5), 303–310. doi:10.1038/nrgastro.2015.47
4. Roberfroid, M. (2007). Prebiotics: The Concept Revisited. The Journal of Nutrition, 137(3), 830S–837S
5. Mayo Clinic Staff. (2021). “Prebiotics, probiotics and your health.” Mayo Clinic. https://www.mayoclinic.org/prebiotics-probiotics-and-your-health/art-20390058
6. Slavin, J. (2013). Fiber and Prebiotics: Mechanisms and Health Benefits. Nutrients, 5(4), 1417-1435. doi:10.3390/nu5041417