Pautas para la Salud Ósea

Las deficiencias en la salud ósea son comunes entre las poblaciones de edad avanzada [1]. Las condiciones musculoesqueléticas asociadas, particularmente la osteoporosis, pueden resultar en una discapacidad física significativa e impactos psicológicos [1]. Afortunadamente, seguir las pautas de actividad física, nutrición y terapias farmacológicas puede promover la salud ósea y evitar los problemas musculoesqueléticos que se han vuelto característicos de la vejez. 

El ejercicio es una de las formas más impactantes a través de las cuales las personas pueden mejorar su salud ósea [1]. De manera óptima, el ejercicio debe realizarse con frecuencia durante la maduración para garantizar que los jóvenes alcancen su masa ósea máxima y, en consecuencia, prevenir o retrasar la osteoporosis más adelante en la vida [1]. Aunque el ejercicio temprano en la vida puede ser muy beneficioso, también tiene un impacto durante la mediana edad y la vejez [1]. Si bien no se conoce la forma óptima de ejercicio para promover la salud ósea, los investigadores recomiendan ejercicios de alto impacto que involucren movimientos dinámicos como brincar o brincar [1, 2]. Alternativamente, los movimientos extraños o de alto impacto combinados con el entrenamiento de resistencia también pueden ser beneficiosos [2]. Las personas que no pueden participar en actividades de alto impacto pueden beneficiarse de ciertas posturas de yoga, entrenamiento de resistencia de bajo impacto o incluso caminar [2]. Las investigaciones indican que participar habitualmente en estas formas de ejercicio durante al menos dos o cuatro sesiones cortas (30 minutos o menos) cada semana es una buena guía para mantener o mejorar la salud ósea [2]. 

Una mejor nutrición es otro cambio de estilo de vida que las personas pueden adoptar para promover la salud de sus huesos. Múltiples estudios han señalado que las proteínas tienen una gran influencia en la salud ósea; sin embargo, la proteína puede ser perjudicial o beneficiosa, dependiendo de varios factores [3]. La fuente de proteína es un factor hipotético. Shams-White y sus colegas investigaron los efectos diferenciales de la proteína de origen animal frente a la proteína de origen vegetal [3]. Sus resultados primarios incluyeron biomarcadores de la columna lumbar (LS), el cuello femoral (FN) y la densidad mineral ósea (DMO) corporal total [3]. A pesar de los diferentes perfiles de aminoácidos de las dos fuentes, la investigación no mostró una diferencia en los beneficios [3]. Otro estudio realizado por los mismos investigadores encontró que una mayor ingesta de proteínas era más beneficiosa que una menor ingesta para la DMO de LS, pero por lo demás, los dos niveles de ingesta eran comparables en términos de marcadores de FN, cadera total y DMO corporal total [4]. Por otro lado, los productos lácteos son una mayor fuente de proteínas beneficiosas para los huesos que cualquier otro alimento característico de la dieta de los adultos [5]. De hecho, en ciertas poblaciones, el calcio de los productos lácteos parece aumentar la densidad mineral ósea y mejorar el contenido mineral óseo total del cuerpo cuando se consume a largo plazo [5]. 

Cuando las condiciones óseas ya han progresado significativamente, los médicos a menudo necesitan recurrir a intervenciones farmacológicas [1]. Los medicamentos para las afecciones óseas tienden a ser efectivos, pero sus beneficios a menudo son de corta duración y se asocian con efectos secundarios raros pero drásticos [1]. Por ejemplo, tratamientos como los bisfosfonatos son conocidos por sus altas tasas de éxito en el tratamiento de pacientes que padecen osteoporosis inducida por glucocorticoides [6]. Desafortunadamente, los bisfosfonatos pueden no servir como una solución óptima a largo plazo para ciertos pacientes, en cuyo caso se requiere un manejo adicional [6]. 

En última instancia, quizás la mejor manera de lograr la salud ósea sea seguir regularmente las pautas establecidas por una investigación exhaustiva, incluido un régimen de ejercicios de impacto de alta intensidad y el consumo de alimentos ricos en nutrientes para los huesos, como los lácteos. Cuando las enfermedades óseas ya han progresado, los tratamientos farmacológicos pueden ser muy efectivos, pero su éxito puede estar limitado a corto plazo. Por ello, mantener hábitos saludables de alimentación y ejercicio es de suma importancia para evitar problemas óseos persistentes. 

Referencias  

[1] L. Santos, K. J. Elliott-Sale, and C. Sale, “Exercise and bone health across the lifespan,” Biogerontology, vol. 18, no. 6, p. 931-946, October 2017. [Online]. Available: https://doi.org/10.1007/s10522-017-9732-6.  

[2] K. L. Troy et al., “Exercise Early and Often: Effects of Physical Activity and Exercise on Women’s Bone Health,” International Journal of Environmental Research and Public Health, vol. 15, no. 5, p. 1-17, April 2018. [Online]. Available: https://doi.org/10.3390/ijerph15050878.  

[3] M. M. Shams-White et al., “Animal versus plant protein and adult bone health: A systematic review and meta-analysis from the National Osteoporosis Foundation,” PLoS One, vol. 13, no. 2, p. 1-24, February 2018. [Online]. Available: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0192459.  

[4] M. M. Shams-White et al., “Dietary protein and bone health: a systematic review and meta-analysis from the National Osteoporosis Foundation,” The America Journal of Clinical Nutrition, vol. 105, no. 6, p. 1528-1543, June 2017. [Online]. Available: https://doi.org/10.3945/ajcn.116.145110.  

[5] E. G. H. M. van den Heuvel and J. M. J. M. Steijns, “Dairy products and bone health: how strong is the scientific evidence?,” Nutrition Research Reviews, vol. 31, p. 164-178, March 2018. [Online]. Available: https://doi.org/10.1017/S095442241800001X.  

[6] A. Caplan et al., “Prevention and management of glucocorticoid-induced side effects: A comprehensive review: A review of glucocorticoid pharmacology and bone health,” Journal of American Academy of Dermatology, vol. 76, no. 1, p. 1-9, January 2017. [Online]. Available: https://doi.org/10.1016/j.jaad.2016.01.062.