La ventosaterapia es una técnica antigua que aparece en numerosos sistemas médicos antiguos, incluyendo la medicina china, Unani hindú, coreana, tibetana y oriental.1 El texto médico más antiguo que menciona la ventosaterapia es el papiro de Eber (1550 a. C.) del Antiguo Egipto. Hipócrates, el médico griego de la antigüedad, mencionó la ventosaterapia en una colección de notas médicas que describen los diferentes tipos de copas y métodos de aplicación. Además, la ventosaterapia se utilizaba comúnmente en los países árabes e islámicos; médicos como Ibn Sina (980-1037 d.C.), Al-Zahrawi (936-1036 d.C.) y Abu Bakr Al-Razi (854-925 d.C.) describieron sitios de aplicación de copas y crearon ilustraciones de herramientas de ventosaterapia con diagramas anexos. Durante el Renacimiento, entre los siglos XIV y XVII, la ventosaterapia se extendió a Italia y, posteriormente, a toda Europa.1 Aunque la ventosaterapia es un tratamiento antiguo utilizado por diversas culturas y sociedades, su mecanismo no se entendía bien hasta que, recientemente, resurgió el interés por la ventosa y los científicos comenzaron a investigar sus fundamentos mecánicos. 2
Hay muchos tipos de ventosaterapia, pero los más comunes son las ventosas secas y húmedas. En la ventosaterapia seca, la piel se estira hacia el interior de la ventosa, sin hacer escarificación; en la ventosaterapia húmeda, la piel se lacera de modo que la sangre se extrae en la copa.2 Cada sesión de ventosaterapia dura unos 20 minutos. En la primera opción, el terapeuta desinfecta puntos específicos de la piel marcados para la copa. A continuación, se coloca una copa de tamaño adecuado en el área seleccionada, se aplica calor o succión manual para crear un vacío dentro de la copa, y la copa se deja durante un período de tres a cinco minutos. Para la ventosaterapia húmeda, se utiliza un bisturí quirúrgico desinfectado, aguja o dispositivo de auto-lanceta para crear incisiones superficiales en la piel3; la copa se vuelve a aplicar a la piel durante tres a cinco minutos, y el área se desinfecta con un desinfectante aprobado por la FDA y se cubre con un vendaje.4
Existe evidencia convergente que apoya los efectos positivos de la ventosaterapia. Específicamente, la ventosaterapia conduce a un mejor control del dolor al aumentar la producción endógena de opioides en el cerebro, y promover la comodidad y la relajación a nivel sistémico. Además, los investigadores proponen que la ventosaterapia mejora la circulación sanguínea y aumenta la eliminación de toxinas y residuos del cuerpo, lo que ayuda a normalizar el estado funcional del paciente y la relajación muscular progresiva.5 La ventosaterapia también elimina los materiales nocivos de los compartimentos intersticiales y mejora la microcirculación de la piel. En los hombres, la ventosaterapia es un método eficaz para reducir la lipoproteína de baja densidad y, por lo tanto, puede ayudar a prevenir la aterosclerosis y las enfermedades cardiovasculares.6 Además, se conoce que la ventosaterapia reduce significativamente el colesterol total, y la relación de lipoproteína de baja densidad a lipoproteína de alta densidad. Según Hao et al., la ventosaterapia puede reducir el número de linfocitos en la sangre local cerca de la zona afectada y aumentar el número de neutrófilos, que sirve como un mecanismo antiviral que reduce las llagas dolorosas. En general, la ventosaterapia conduce a varios efectos positivos con respecto a las propiedades bioquímicas de la piel, modulación del dolor y la reducción de la inflamación.8
Hay varios mecanismos de acción propuestos para la ventosaterapia. Según la teoría de la inmunomodulación, la ventosaterapia y la acupuntura compartían el mismo mecanismo. La teoría sugiere que los cambios en el microambiente de la piel, por ejemplo, mediante la estimulación, crean señales biológicas que activan el sistema inmunológico neuroendocrino.9 Según la teoría genética, el estrés mecánico en la piel –debido a la presión subatmosférica– y el metabolismo anaeróbico local durante la ventosaterapia producen señales fisiológicas y mecánicas que modulan la expresión genética. En la ventosaterapia húmeda, por ejemplo, las escarificaciones superficiales pueden activar programas genéticos para la cicatrización de heridas.9 En resumen, la ventosaterapia es una técnica antigua que conduce a numerosos efectos positivos sobre la modulación del dolor, la circulación sanguínea, la eliminación de residuos y el sistema inmunológico. La inmunomodulación y las teorías genéticas proporcionan posibles mecanismos de acción, aunque los investigadores clínicos no han alcanzado un consenso.
Referencias
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