La termoterapia es una forma de tratamiento a base de calor que se ha utilizado durante mucho tiempo en la medicina deportiva y la rehabilitación de lesiones [1]. Los beneficios fisiológicos de la termoterapia incluyen disminución de la rigidez articular, aumento de la extensibilidad de los tejidos blandos, aumento del metabolismo y mejora de la circulación local [1]. Puede proporcionar analgesia a los pacientes en las regiones donde se aplica [1]. La termoterapia se puede administrar fácilmente en forma de compresas y bolsas calientes [1]. Dados estos beneficios, la termoterapia se ha aplicado en el contexto de la quiropráctica para tratar los trastornos musculoesqueléticos mecánicos. Este artículo investigará la eficacia observada de la termoterapia para evaluar si el tratamiento con calor es un recurso apropiado en la atención quiropráctica.
En los Estados Unidos, el dolor lumbar es la queja más frecuente citada por los pacientes que buscan atención quiropráctica [2]. Shakoor y col. llevó a cabo un ensayo clínico aleatorizado para investigar qué tan bien la termoterapia puede tratar a los pacientes con dolor lumbar [3]. En el estudio, el grupo de tratamiento recibió termoterapia mediante diatermia de onda corta y fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE), mientras que el grupo de control recibió tratamiento con placebo y AINE [3]. Si bien el grupo de tratamiento informó una mejora significativa en su dolor lumbar, los efectos relativos de los fármacos antiinflamatorios en comparación con la termoterapia son inciertos [3]. Otro estudio (n = 87) que comparó la termoterapia con la crioterapia y un grupo de control informó resultados similares a corto plazo [4]. Sin embargo, el grupo de termoterapia también recibió naproxeno, lo que, de nuevo, deja incierta la eficacia aislada de la termoterapia [4]. Un metaanálisis más amplio combinó nueve ensayos (n = 1117) para identificar el efecto de la termoterapia sobre el dolor lumbar [5]. Muchos sujetos con dolor lumbar agudo informaron una reducción del dolor a corto plazo, pero no se encontraron beneficios a largo plazo de la terapia de calor [5].
La segunda preocupación quiropráctica más prevalente en los EE. UU. Es el dolor de cuello [2]. En comparación con el dolor lumbar, los médicos han estudiado los efectos de la termoterapia sobre el dolor de cuello en mucho menor grado [2]. El estudio de Hurwitz et al. (N = 336) se centró en la manipulación y la movilización, pero también comparó la terapia de calor con la manipulación sin calor y la movilización sin calor, con y sin estimulación muscular eléctrica [2]. A las dos semanas, los participantes que recibieron termoterapia tenían más probabilidades de informar niveles de dolor significativamente más bajos que los otros participantes [2]. Pero al final del experimento de seis meses de duración, las diferencias entre los grupos de participantes fueron clínicamente insignificantes, lo que sugiere que, al igual que con el dolor de espalda, la terapia de calor puede limitarse a producir beneficios a corto plazo en pacientes con dolor de cuello [2]. Un estudio más pequeño de 2012 (n = 50) apoya esta afirmación [6]. Después de 14 días de terapia de calor autoadministrada o sin tratamiento adicional, los pacientes del primer grupo informaron de una menor intensidad del dolor que el segundo [6]. No se encontraron diferencias entre los grupos en la calidad de vida relacionada con la salud, el umbral del dolor por presión o el índice de discapacidad del cuello [6].
A pesar de los efectos algo prometedores de la termoterapia sobre el dolor lumbar y el dolor de cuello, la artritis reumatoide (AR) es una preocupación quiropráctica para la cual la terapia de calor puede no tener tanto éxito [7]. Un metaanálisis de siete estudios, que en conjunto cubrieron los casos de 328 personas, observó cómo las compresas calientes, entre otras terapias, actuaban en el tratamiento de pacientes con AR [7]. Los investigadores midieron cómo cada tratamiento afectaba los niveles de dolor de los pacientes, la amplitud de movimiento, la fuerza de agarre, la ingesta de medicamentos, la inflamación de las articulaciones y la función de la mano [7]. El estudio concluyó que no está claro si la termoterapia es beneficiosa para las personas con AR [2].
En resumen, una termoterapia es una opción atractiva para los quiroprácticos que buscan tratamientos no invasivos, no farmacológicos y rentables para sus pacientes. No obstante, teniendo en cuenta la literatura limitada sobre su capacidad para ayudar a los pacientes con dolor de cuello y AR, entre otros, la técnica puede no ser adecuada como tratamiento primario en esas situaciones.
References
[1] N. C. O. Vargas e Silva, A. L. Rubio, and F. M. Alfieri, «Pain Tolerance: The Influence of Cold or Heat Therapy,» Journal of Chiropractic Medicine, vol. 18, no. 4, p. 261-269, December 2019. [Online]. Available: https://doi.org/10.1016/j.jcm.2019.03.002.
[2] E. L. Hurwitz et al., «A Randomized Trial of Chiropractic Manipulation and Mobilization for Patients With Neck Pain: Clinical Outcomes From the UCLA Neck-Pain Study,» American Journal of Public Health, vol. 92, no. 10, p. 1634-1641, October 2002. [Online]. Available: https://bit.ly/3hgywFO.
[3] M. A. Shakoor, M. S. Rahman, and M. Moyeenuzzaman, «Effects of deep heat therapy on the patients with chronic low back pain,» Mymensingh Medical Journal, vol. 17, no. 2, p. S32-S38, July 2008. [Online]. Available: https://bit.ly/3bcRGZa.
[4] M. Dehghan and F. Farahbod, «The Efficacy of Thermotherapy and Cryotherapy on Pain Relief in Patients with Acute Low Back Pain, A Clinical Trial Study,» Journal of Clinical and Diagnostic Research, vol. 8, no. 9, p. LC01-LC04, September 2014. [Online]. Available: https://doi.org/10.7860/JCDR/2014/7404.4818.
[5] S. D. French et al., «A Cochrane review of superficial heat or cold for low back pain,» Spine, vol. 31, no. 9, p. 998-1006, April 2006. [Online]. Available: https://doi.org/10.1097/01.brs.0000214881.10814.64.
[6] H. Cramer et al., «Thermotherapy self-treatment for neck pain relief—A randomized controlled trial,» European Journal of Integrative Medicine, vol. 4, no. 4, p. e371-e378, December 2012. [Online]. Available: https://doi.org/10.1016/j.eujim.2012.04.001.
[7] V. Welch et al., «Thermotherapy for treating rheumatoid arthritis,» Mymensingh Medical Journal, vol. 2002, no. 2, p. 1-50, April 2002. [Online]. Available: https://doi.org/10.1002/14651858.CD002826.