La osteoartritis (OA) es la forma más común de artritis y el trastorno articular más común en los Estados Unidos, que afecta aproximadamente a 1 de cada 7 adultos [1]. OA es una enfermedad que es causada y empeorada por la inflamación continua al del cartílago articular junto con el hueso circundante y la sinovia [2] [3]. La OA es causada principalmente por lesiones articulares y uso excesivo, ya que estas ocurrencias desencadenan la producción de mediadores inflamatorios – como citoquinas y quimiocinas – en la sinovia y los condrocitos (células del cartílago). Durante las etapas de OA, los fragmentos de cartílago pueden caer en la sinovia, exacerbando el proceso. Aquellos que son mayores, obesos y realizan trabajos más exigentes físicamente son más propensas a desarrollar OA, ya que todos estos factores aumentan el uso o el estrés de las articulaciones. OA también afecta desproporcionadamente a las mujeres; aquellas mayores de 60 años, las mujeres tienen casi el doble de probabilidades de desarrollar la afección (18,0% de las mujeres mayores de 60 años frente al 9,6% de los hombres) [4]. OA puede desarrollarse en cualquier articulación, pero más comúnmente ocurre en las rodillas, caderas, manos y la columna vertebral.
Los síntomas comunes de la OA incluyen dolor articular, rigidez, hinchazón, disminución del rango de movimiento y fatiga. Esto a menudo resulta en molestias intensas durante el uso, y puede inhibir la función de la articulación, lo que conduce a una incapacidad para caminar si OA está presente en la cadera, rodilla, o pie. Sin embargo, el nivel de dolor o molestia no se traduce en el deterioro estructural de la articulación, por lo tanto, la OA a menudo es difícil de diagnosticar sintomáticamente, especialmente cuando el dolor está menos presente en sus primeras etapas [5]. OA no tiene cura; su etapa final implica el daño irreversible del cartílago articular, lo que requiere reemplazo quirúrgico de la articulación. Como tal, el diagnóstico temprano de OA a través de un análisis de los síntomas y las pruebas de detección de rayos X o RMN, es imperativo para el tratamiento preventivo [6]. La presencia de osteofitos en desarrollo (crecimientos óseos), junto con el estrechamiento del espacio articular y la deformidad son indicaciones de OA.
El manejo de OA depende en gran medida del paciente y de la gravedad. La OA leve se puede manejar a través de ejercicios simples que no hacen hincapié en las articulaciones, como aeróbicos y ejercicios de fortalecimiento muscular ligero [1] [7] [8]. A los pacientes con obesidad a menudo se les dan sugerencias de pérdida de peso, y casi todos los pacientes se sugieren asistir a cursos de educación de autogestión, que están diseñados para instruir a los pacientes a adoptar prácticas para mitigar el dolor diario y la molestia Estas prácticas van desde identificar hábitos de ejercicio poco saludables hasta técnicas de manejo del estrés para mejorar los horarios de sueño y la dieta. Sobre todo, estos cursos tienen como objetivo apoyar a los pacientes con el peaje emocional de OA, ya que el deterioro de la función articular a menudo conduce a la frustración y la depresión [1] [4]. Los analgésicos simples ayudan a los pacientes con actividades diarias, y si es necesario, también también se pueden recetar AINE tópicos u orales (antiinflamatorios no esteroideos) [9]. A menudo también se recomienda la fisioterapia. En casos graves, los dispositivos de apoyo como muletas y bastones o inyecciones intraarticulares de corticoesteroides pueden llegar a ser necesarios para la función y, como se indicó anteriormente, la OA terminal requiere reemplazo articular. Aunque no se han probado empíricamente, también se han notificado métodos de medicina alternativa, como la acupuntura, para mejorar los síntomas de OA.
Por lo tanto, es vital que aquellos que poseen un alto riesgo de desarrollar OA consulten a los profesionales médicos de manera oportuna para detectar los síntomas antes de que se desarrolle la OA y cause daños irreversibles. Individuos que atribuyen dolor articular leve o rigidez únicamente al proceso de envejecimiento pueden pasar por alto por error un caso en desarrollo de OA. Cuando se diagnostica a tiempo, OA se puede aliviar a través de prácticas adecuadas de autogestión y ejercicio, lo que conduce a una calidad de vida superior.
Referencias
- Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). (2020). Agenda Nacional de Salud Pública para la Osteoartritis: Actualización 2020. https://www.cdc.gov/arthritis/docs/oaagenda2020.pdf
- Berenbaum, F. (2013). Osteoartritis como enfermedad inflamatoria (¡osteoartritis no es osteoartrosis!). Osteoartritis y cartílago, 21(1), 16-21.
- Goldring, M. B., & Otero, M. (2011). Inflamación en la osteoartritis. Opinión actual en reumatología, 23(5), 471.
- Fundación Artritis. (2019). Artritis por los números: Libro de hechos y figuras de confianza. https://www.arthritis.org/getmedia/e1256607-fa87-4593-aa8a-8db4f291072a/2019-abtn-final-march-2019.pdf
- Glyn-Jones, S., Palmer, A. J. R., Agricola, R., Price, A. J., Vincent, T. L., Weinans, H., & Carr, A. J. (2015). Osteoartritis. The Lancet, 386(9991), 376-387.
- Zhang, Y., & Jordan, J. M. (2010). Epidemiología de la osteoartritis. Clínicas de medicina geriátrica, 26(3), 355-369.
- Fransen, M., McConnell, S., Harmer, A. R., Van der Esch, M., Simic, M., & Bennell, K. L. (2015). Ejercicio para la osteoartritis de la rodilla. Base de datos Cochrane de revisiones sistemáticas, (1).
- Fransen, M., McConnell, S., Hernández,Molina, G., & Reichenbach, S. (2014). Ejercicio para la osteoartritis de la cadera. Base de datos Cochrane de revisiones sistemáticas, (4).
- Dieppe, P. A., & Lohmander, L. S. (2005). Patogenesis y manejor del dolor en la osteoartritis. El Lancet, 365 (9463), 965-973.